Todo el que sube, tiene
que bajar.
Se cumplen dos años del
ascenso de Mariano Rajoy al frente del PP a la presidencia de España. En este
tiempo no ha quedado en pie ni uno solo de los escalones en forma de promesas
electorales que les llevaron a esa victoria.
24 meses en los que
tras negar que lo haría una y otra vez, ató a nuestro cuello como una piedra,
el rescate del sistema financiero español. Y con esa losa nos estamos hundiendo
sin remedio, víctimas de la desaparición de todos los derechos laborales y
sociales que habíamos tardado décadas en lograr.
En estos dos años,
quien se quejaba de lo caras que las chuches le iban a salir tras la subida del
IVA de Zapatero y dijo que nunca subiría impuestos, subió ese y todos los demás
existentes, además de crear 7 nuevos: los energéticos. La mayor subida
impositiva de la democracia. Pero no se ha incrementado la tributación de los
más ricos, que siguen teniendo cada vez más vías para rehuir la obligación de
contribuir en proporción a sus ingresos, sino los impuestos de consumo y
energía, esos que pagamos todos por igual, ricos o pobres, además del IRPF en
todos sus tramos. Para los ricos se sacaron de la manga una amnistía fiscal con
orden, eso sí, de no investigar a quienes confesaran haber estado cometiendo
delitos contra la hacienda pública.
Quien dijo que no
tocaría las pensiones, primero las congeló transitoriamente para poco después
garantizar que no subirían nunca más. Quien dijo que no creía en el copago
sanitario y que no lo pondría en práctica, ha sumado y continúa sumando
servicios que correrán a cargo de los ciudadanos.
Esto es lo que el
Gobierno del PP ha hecho en estos dos años con las cosas que dijo que no haría.
Estas son tan sólo las promesas que no ha cumplido. Pero tan malo como esto ha
sido aquello que si ha cumplido de su programa electoral: la reducción drástica
del gasto público, más una amenaza que una promesa. Se ha llevado por delante
la universalidad de la atención sanitaria, la calidad de la enseñanza pública,
las becas, la ley de dependencia, la lucha por la igualdad laboral de las
mujeres y contra el maltrato, ha deteriorado la prestación por desempleo y
reducido a algo simbólico los servicios sociales. Todo aquello que pretendía
una sociedad más justa, en la que la desigualdad de oportunidades estuviera
modestamente equilibrada, ha sido puesto por este gobierno en vías de
extinción.
Y todo ello inmolado en
aras de la reducción de una deuda cuyos pagos son prioritarios sobre todo el
resto del gasto público. Este sacrificio no sería posible sin la reforma de la
constitución llevada a cabo por el anterior gobierno socialista, aprobada con
el apoyo de PP, PSOE y UPN, colaboradores necesarios en esta debacle. Este
compromiso, el de la reducción de la deuda, es el último y más importante de
los incumplidos, puesto que lejos de ser menor que hace dos años, Rajoy ha
endeudado al país más en este tiempo que el gobierno anterior en 8, y
actualmente la deuda pública se come el 92% de todo lo que el país produce. Ha
superado el límite impuesto por ellos mismos para todo el año y además no
pueden culpar a nadie más que a sí mismos por ello, ya que la deuda que más ha
aumentado es la de la administración central.
Al menos dos
generaciones de ciudadanos españoles tendrán que hacer frente al pago de la
deuda que ha generado este gobierno de la austeridad del embudo, que exprime a
sus ciudadanos para, con su dinero, financiar empresas privadas que ahora
presumen de ganancias multimillonarias. Mientras, el pueblo expoliado,
contempla como la cuarta parte de la población activa se ve abocada a la
miseria y el hambre.
Sobran los motivos para
pedir que lo dejen, que nos dejen. Que dimita este gobierno corrupto, mentiroso
y desentendido de los problemas de los ciudadanos. Es hora de decirle al señor
Rajoy que la escalera por la que ascendió se ha desmoronado, y que todo aquello
que sube, ha de bajar.
Hoy hemos querido dar
voz a las personas, a todos los damnificados por este gobierno, por la deuda
ilegítima y por la pérdida de derechos sociales. Hemos puesto nuestros medios y
el tiempo necesario a vuestra disposición porque creemos que los problemas de
cada una de las mareas y colectivos nos afectan a todos. Porque solo
manteniéndonos en contacto conociendo y apoyando el trabajo de los demás, podemos
hacernos oír. Hablaremos de los problemas que nos afectan a todos, sin importar
la ideología de cada uno o el idioma en que se exprese. Sin importar la edad el
género o la procedencia. Solo uniendo nuestras fuerzas en la lucha por lo que
nos es común podemos avanzar.
Justicia para los
ciudadanos
No debemos, no pagamos.