martes, 14 de mayo de 2013

Manifiesto 12M-Lugo

Como esto es una fiesta, dejadme que comience con un chiste : Alguien preguntó:

- ¿Qué tal os va por España?
-  Pues no nos podemos quejar.
- O sea, que bien ¿no?
- No: que no nos podemos quejar.

Vivimos en un país en el que se puede acampar para ver a Justin Bieber pero no para defender nuestros derechos.

Hace dos años nos dimos cuenta de que nuestro sistema, al que llamamos democracia, no lo es. Por eso anunciamos en voz alta: “Españoles, la democracia ha muerto”. Lanzamos el aviso de un error de sistema. Y nos pedimos a nosotros mismos: “Reinicie, por favor”. Estamos seguros, sin embargo, de que nos gusta la democracia aunque esté como ausente.  

Hemos aprendido que estamos inmersos en una situación de deterioro social y económico que no es fruto de una crisis, sino de una estafa. Que no falta el dinero, sino que sobran ladrones y quienes roban, nos mean y dicen que llueve. Y como no somos los que debemos, no lo vamos a pagar. Nos acusan de violentos, sin embargo sabemos que violencia es no llegar a fin de mes. Que violencia es cobrar 600 euros. O tener una carrera y comer mortadela.  Cuando encontramos trabajo nos dicen “Manos arriba, esto es un contrato”. Aunque les pese a los que nos oprimen, no podemos apretarnos el cinturón y bajarnos los pantalones a un tiempo. Vivimos en un país en el que a diario se alquilan esclavos económicos, de forma que a quienes tenemos el privilegio de trabajar, nos sobra mes al final del sueldo.
En estos dos años nos hemos declarado la generación Nini: ni PSOE ni PP. Ni cara A, ni cara B: queremos cambiar de disco, que deseamos que las elecciones dejen de ser un trastorno bipolar crónico, porque entre capullos y gaviotas, nos han tomado por idiotas. Cuando preguntamos “¿Dónde está la izquierda?” descubrimos que está al fondo, a la derecha. No nos representan quienes salvan a los bancos y roban a los pobres. Por eso, anunciamos a todos los políticos que somos sus jefes y les estamos haciendo un ERE, porque no puede ser que los pobres estén en la cárcel y los corruptos en el poder. Hemos pedido que nos gobiernen las putas, porque sus hijos han fracasado. Pero las putas respondieron: “estos gobernantes no son nuestros hijos”. Así que hemos decidido que si los políticos hacen el payaso, nosotros, los payasos, tendremos que hacer política, y de este modo, cuando se apaguen los gilipollas…saldrá el Sol.

En estos dos años hemos apelado a quienes no se movilizan, a veces con dureza, urgidos por la gravedad de la situación. Les advertimos que a quienes se quedan mirando también les están robando. Les dijimos: “No nos mires: únete”. Confiamos en que, incluso a quienes no salen de sus casas, nadie podrá descolgarles estos pensamientos de su mente cuando el último cartel haya caído. Le recordamos al madero que también es un obrero. Ironizamos con los inconvenientes de apagar la televisión, ya que la gente podría pensar y encender la mente. Eso quien no tenga la televisión castigada hasta que diga la verdad. A quienes no salen con nosotros les hemos preguntado “¿Que te dice tu conciencia?  ¡Hazle caso!”.

Llevamos dos años pensando,  luego estorbando, luego indignándonos. Declarándonos rebeldes sin casa. Y como no tenemos casa, nos quedamos en la plaza. No somos anti-sistema, el sistema es anti-nosotros.  En estos años muchos jóvenes han tenido que decir “Sueño, luego emigro”. Pero cuando dejas a una generación sin curro, sin casa, sin futuro, obtienes una generación SIN MIEDO. Nos han quitado demasiado, y por eso ahora lo queremos todo; porque estamos en paro, pero no parados. Queremos recordar a todo el mundo que ellos, los poderosos, nos necesitan a nosotros y no nosotros a ellos. Es ley del equilibrio, que cuando los de abajo se mueven, los de arriba se caen. Deseamos unir a todos los ciudadanos, sin excluir ninguna procedencia: esto no es una cuestión de izquierda contra derechas, es de los de abajo contra los de arriba. 

No vinimos a dormir, vinimos porque acabábamos de despertarnos. Somos la revolución del cartón. Hay noches que todavía soñamos, y nuestros sueños no caben en sus urnas. Ellos buscan victorias donde nosotros buscamos razones. Si ayer estábamos indignados, hoy estamos ilusionados y si no nos dejan soñar, no les dejaremos dormir. Nos acusan de violentos, mas no necesitamos la violencia, porque tenemos la razón. Sabemos que solo los que están tan locos como para pensar que pueden cambiar el mundo lo consiguen y que quien dijo IMPOSIBLE, es porque nunca lo intentó. Los que nos reunimos en asamblea en esta plaza, lo hacemos porque decidimos que en el nombre del padre, en el nombre del hijo… y en el nombre de nuestros nietos, debíamos estar aquí. Porque para nosotros es mejor arriesgar y perder que perder por no haber arriesgado. Tal vez seamos derrotados, pero nuestra causa es invencible.

Somos la levadura que hará subir la masa. Como en la elaboración del pan, basta con muy poca levadura, apenas unos gramos son suficientes para fabricar un kilo de pan si se toma el tiempo suficiente. Nos mezclaremos con la harina, que es toda la ciudadanía, con la ayuda del agua procedente de todas las corrientes que alimentan el movimiento, arroyos estacionales procedentes del deshielo de nuestras mentes. Y para acelerar el proceso de fermentación sólo es necesario que suba la temperatura. Para eso tenemos en nuestros gobernantes unos colaboradores impagables. Y cuando la masa haya subido lo suficiente, encontraremos el golpe de horno apropiado para obtener por nosotros mismos el pan que necesitamos. El pan que nos están robando.

Las barricadas cierran las calles, pero abren el camino, y por eso de norte a sur, de este a oeste, la lucha continúa, cueste lo que cueste.